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From: Joaquim Ibarz <jibarz@attglobal.net>
Date: 2010/7/19
Subject: "¿Cómo se grita en Juárez? ¡Todos al suelo!
To: Joaquim Ibarz <jibarz@attglobal.net>
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Subject: "¿Cómo se grita en Juárez? ¡Todos al suelo!
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Elisabet Sabartés-Joaquim Ibarz
Ciudad de MEXICO/Barcelona
“¿Cómo se grita en Juárez? ¡Todos al suelo! ¿Cómo se grita en Chihuahua? ¡Todos al suelo! Y ¿cómo se grita en el norte? ¡Todos al suelo!”, dijeron al unísono más de mil boy scouts mientras se tomaban una foto con Margarita Zavala, esposa del presidente de México. La consigna, encabezada por jóvenes de Ciudad Juárez, congeló la sonrisa de la primera dama, que el sábado asistió a la clausura de una convención panamericana de niños exploradores en Tepoztlán (estado de Morelos, vecino a la capital).
“Queremos que se sepa que no estamos tan felices de vivir así, en guerra, entre militares e integrantes de organizaciones criminales”, dijo uno de los muchachos.
Elisabet Sabartés- Joaquim Ibarz
MEXICO /Barcelona
¿Ha sido el Estado mexicano sobrepasado ya por la fuerza desestabilizadora, la capacidad organizativa, la implantación territorial y el poder de fuego de los carteles de la droga? El debate, latente en el ánimo de la sociedad mexicana desde que la guerra del presidente Felipe Calderón contra el narcotráfico comenzara a arrojar cifras abrumadoras de muerte y destrucción, se abrió de manera franca tras la explosión de un coche bomba la madrugada del viernes en Ciudad Juárez (fronteriza con Estados Unidos), que causó la muerte de cuatro personas (entre ellas, dos agentes federales) y numerosos heridos.
Las autoridades mexicanas –que ya están recibiendo apoyo in situ de investigadores del FBI- creen que la carga explosiva fue detonada por el grupo La Línea, brazo armado del cartel de Juárez, como represalia por la detención horas antes de su líder. Los capos mexicanos nunca habían recurrido antes a una acción semejante y sus nuevos métodos dispararon todas las señales de alarma, en un fin de semana sangriento.
Sólo de viernes a domingo, la violencia ligada al narco dejó al menos 24 muertos en cuatro estados de la República distintos y distantes. En Coahuila (norte), un comando de hombres armados irrumpió en una fiesta de cumpleaños y abrió fuego contra los asistentes: murieron 17 personas y nueve resultaron heridas. En Jalisco (oeste), un comandante de la policía fue asesinado y cuatro agentes sufrieron heridas por los disparos de sicarios desde automóviles en marcha; al parecer los agresores habrían utilizado también una granada de fragmentación. En Guerrero (suroeste) hombres armados emboscaron y ejecutaron a cuatro policías rurales. En Nuevo León (noreste) un grupo equipado con fusiles de asalto atacó varias patrullas policiales y mató a dos agentes; los hechos ocurrieron coincidiendo con la visita oficial al estado del secretario de Gobernación (Interior), Francisco Blake, quien reafirmó la vigencia de la hoja de ruta gubernamental en el combate contra los carteles. “Vamos a seguir trabajando; las estrategias ya están definidas, las acciones están puestas y siguen en marcha. Lo que vamos a hacer es darles efectividad y fluidez”, declaró.
Por su parte, el procurador (fiscal) general de la República, Arturo Chávez, se apresuró a acallar las voces que cuestionan el plan de guerra y sostienen que el narcoterror ya se instaló en el país. “No tenemos ninguna evidencia de narcoterrorismo (…), el motor dinámico de la delincuencia es la ambición, no es un tema de ideología”, dijo, para luego admitir que los barones mexicanos de la droga han desarrollado un fuerte control territorial, cooptando y sobornando autoridades y acumulando poder, “no sólo económico, también político”.
En tanto, el senador y ex candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional, Francisco Labastida, advirtió que, si el presidente Calderón no admite y corrige los errores en la lucha contra el crimen organizado, la escalada de violencia puede crecer aún más y llegar a los niveles que se vivieron en la peor época del narcotráfico en Colombia. “En el gobierno federal dicen que se va a continuar haciendo lo mismo, lo que denota arrogancia e incapacidad para la autocrítica”.
Durante la actual administración se han registrado 24.826 muertes vinculadas al narcotráfico y en lo que va de año el saldo ya es de 7.048.
At the OAS the term culture seemed to exercise an special allure for obscure diplomats, particularly for those from the smallest countries. Indeed, they would show up only at committee meetings that decided on the organization’s budget.
ReplyDeleteThey came with the single-minded purpose of accruing as much funding for projects in their country as possible. Regionalism, a concept everybody paid lip service to, went out of the window. It was each man and/or country for himself; a hostile environment the more experienced OAS staffers had learned to negotiate.
But I also had some allies, one Colombian lady and several women from the Anglophone Caribbean. They saw through the simplistic and utterly selfish behavior of the Latinos, but could do little more than lend me moral support while shaking heads in disbelief and despair. The trouble was that a good number of my own staff members were in collusion with the delegations of their respective countries--mostly Argentina, Costa Rica and Peru. I well remember a tenacious Costa Rican woman diplomat who, benefitting from the stable democracy of her country, had been at the OAS seemingly forever.
She knew--and never shied away from using--every dilatory and/or obstructionist parliamentary device that would help her expand and render permanent whatever benefit could accrue to her country. At times she almost drove me to hate democracy, but you had to handed to her. She got whatever she wanted.
Oddly enough, some of the main hurdles to my reforms were raised by my own staff. One early scene comes to mind: I had gathered my ‘specialists’-- some 30 funcionarios--for a meeting at my office for a series of initial observations.
ReplyDeleteIt is fair to say that my staff did not greet these meetings with undisguiesed elation. My first request was for each of us to simply look around.
Do we see a single black or even dark face? Also, do we notice that there are 25 men in the room and only five women?
Efrain Paesky, the Argentine music specialist shot back with an pained complaint:
Senor Director, are you not injecting North American prejudices into this situation ? We never gave this any thought and I believe that that kind of reasoning ‘no viene al caso’ (it has no bearing to the present situation).
Behind this apparent solicitude, was something else: Paesky’s manifest annoyance at the fact that my connections in the music world rivalled what he considered his exclusive monopoly. From the outset, he worked ceaselessly to undermine my authority.
In addition, some delegates complained about my extensive travel to Caribbean and Latin American countries I believed were necessary in order for us to be in direct touch with the cultural communities. That was a way of not having to rely on the governments to tell us which were worthy and which were not, since each government department tended to have its own agenda.
There were also rumors circulating among the Latin American officials claiming I was wasting OAS monies on such far-flung personal travel. To compound these problems was the Executive Director for the area called Technical Assistance, a position that was responsible for the cultural area, because, as Orfila put it in all candor, ‘nobody had ever paid much attention to the cultural program.’